sábado, 14 de mayo de 2016

"PLOC" por Natalia Cáceres

Natalia Andrea Cáceres (nacida en Buenos Aires en 1977) escribe desde que tiene memoria. Esta afición se manifestó en su vida casi con tanta intensidad como su amor por la lectura. En 1992 recibió una Mención Honorífica en el Concurso de Ciencia Ficción y Fantasía para alumnos de la Escuela Secundaria del CACYF. La revista Axxón, Ciencia Ficción en Bits ha publicado varios de sus relatos. Escribió una novela corta (“Sed”) que ha publicado de manera independiente. Ya hemos publicado de la misma autora el relato “Vortex” (Cruz Diablo, abril de 2016)

También podés leerlo y bajarlo en formato PDF desde el siguiente enlace:


La gota volvió a caer. No era la misma. O quizá sí.
El charco se revolucionaba, cada gota era un nuevo color, un nuevo diseño en expansión.

PLOC.

El ser oculto entre las sombras ya no pudo resistir la tentación y se abalanzó presuroso junto al charco para presenciar el delicioso movimiento generado por la gota internándose en el agua. Sus enormes ojos oscuros observaron las ondas verdeazuladas bailotear desde el centro hasta las orillas del charco. Sonrió con placer infantil y se llevó las peludas manos al rostro, ocultando así unos pequeños colmillos que quedaban al descubierto.

PLOC.

Esta vez los tonos oscilaron entre el rojo y el violeta. La criatura bailoteó emocionada, sin apartarse de la mágica fuente de colores ni quitarse las manos de la boca. Había estado tanto tiempo encerrado en su cueva lamentándose por su mala suerte y maldiciendo al mundo exterior, que no podía creer que aquel hermoso prodigio se hallara tan cercano.
Elevó la vista y emitió una risita de gozo al descubrir la gota formándose allí arriba, redonda y brillante, a punto de caer. La vio engordar y alargarse hasta no soportar su propio peso, contuvo el aliento desde que la vio desprenderse hasta que chocó contra la superficie del agua.

PLOC.

Amarillo y naranja. Las ondas se apoderaron por un instante del charco, haciéndolo vibrar. El pequeño testigo peludo aplaudió, feliz por su descubrimiento, sus penurias acabarían ese mismo día, sólo necesitaba pensar la manera de acercarse un poco más.
Estudió los contornos del charco con minuciosidad hasta que halló lo que buscaba: una piedra firme que asomaba sobre el agua. Escudriñó la altura, allí crecía una nueva gota, tan redonda, brillante y perfecta como las anteriores. Rió emocionado y se encaramó sobre la piedra pensando que por fin sería capaz de reconquistar el corazón de su amada. La gota crecía y se estiraba. Alargó las manos con una amplia sonrisa en el rostro, nunca en su vida había estado más ansioso.

La gota se soltó. Durante milésimas de segundo volvió a ser redonda y hermosa, reflejando todos los colores del mundo. El ser la atrapó con una de sus peludas manos y corrió, con los ojos llenos de lágrimas, en busca de su amada. Le llevaba, en un puño apretado, el regalo más perfecto del universo.

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