Oriana Acosta (Buenos Aires, 2002) Nació y se crío en Florencio Varela, tiene 18 años de edad. Le gusta mucho la lectura y el dibujo artístico. Tiene como pasatiempos escribir cuentos, dibujar y la leer todo lo que pueda. Entre sus autores favoritos se destacan Stephen King y Junji Itou, quienes, a su vez, representan un modelo a seguir para ella.
El viejo y su jardín
Al
principio creí que se trataban de simples sueños, creaciones de mi
subconsciente: un hombre, un jardín, una puerta. No exactamente en esa
secuencia, pero son elementos primordiales. Comencé a hacerme preguntas que,
obviamente, no tuvieron ningún tipo de respuesta:
“¿Por qué no puedo abrir
esa puerta? ¿Qué son esas extrañas plantas que crecen en el jardín? ¿Quién es
el viejo que merodea por el lugar?”
Como ya mencioné, solo eran sueños indescifrables, hasta que
mi amigo Matías me contó sobre unos sueños muy locos que había tenido, exactamente
sobre: un viejo, un jardín y una puerta.
Noté sutiles diferencias
entre cada escenario, como el hecho de que la puerta que visualizó Matías tenía
una llave (la mía estaba sellada) y las plantas adquirían formas extrañas (las
mías eran prematuras). Por último: el viejo. El viejo no me había otorgado más
que silencio, pero a él le habló sobre jardinería.
Deben pensar que es raro –yo también lo pensé–.
Al grupo de “sueños locos” se nos sumó Santiago, mi amigo.
Cuando le pedimos que nos contase su versión, Santiago narró un escenario
diferente al nuestro (como era de esperar): plantas humanoides, puerta
entreabierta y un viejo que le hablaba sobre jardinería. El viejo mencionó que
su jardín era su preciado tesoro y, que lo había elegido a él para que formase
parte del mismo. Al cabo de unos tres días, Santiago desapareció.
Matías estaba horrorizado, insistió en contar la verdad a
las personas, pero fue una pérdida de tiempo. Un chico con un historial de
mentiras y bromas nunca iba a ser tomado en serio por nadie. Lo repito: fue una
pérdida de tiempo. Matías desapareció al igual que Santiago.
Desde entonces nadie ha podido dar con ellos. Muchas
personas intentan acusarme porque no quieren creer en nuestras declaraciones,
pero de nada sirve que traten de incriminarme. En mi último sueño el viejo
también me habló:
“Es tu turno de
reencarnar en mi hermoso jardín”. Me
dijo.
En unos minutos se van a cumplir las 72 horas, siempre son
72 horas.
(Pronto seremos tres en
el jardín).
Excelente!!! Muy bueno. Terrorífico.
ResponderEliminarMuy buen cuento! Espero no soñar con viejitos en el jardín.😁
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